Madre: quiero ser santa.

          Volvemos con una mezcla de temas que adora vuestra Mademoiselle Fifí: gore, romanos, victimismo, muerte y amor a Jesucristo nuestro Señor. Resultado: ¡¡¡Mártires protocristianos!!!        

          Sí, queridos, porque si hay algo mejor en este valle de lágrimas que un cristiano con ansias de santidad, eso es un romano sediento de sangre. Siempre se ha dicho que no hubo mayores y más imaginativos torturadores que la Inquisición, pero esos se dedicaban a las brujas y herejes, que no son nada espectaculares muriendo. Arden y punto. Pero amigos, si cambiamos las tornas y rellenamos a un ser humano de fe ciega, masoquismo y en muchas ocasiones leche (ya verán), el resultado es cuanto menos pirotécnico.

         Los elementos que configuran este fenómeno del martirio, son variados pero fácilmente clasificables.

         Básica es la figura del romano. Estos seres solían vestirse con sábanas de estudiados pliegues o con armaduras que marcaban los pezones. Dependía que fuesen civiles o militares. Lejos de hacer una valoración cultural de lo que han aportado a la humanidad –eso carece de interés- centrémonos en la dimensión moral de estos individuos. Un romano es un señor pagano (que adora a millones de dioses a la vez), que practica asiduamente la aberración de la sodomía y el incesto, que gusta de los sacrificios animales en altares, desmembrar cuerpos humanos, comer niños y sobretodo violar doncellas bellas. Esto supone un traumático choque con el mundo cristiano, ya que usaban túnicas tipo camisola sin asomo de pliegues y gustan de mantener vírgenes a sus mujeres. En cuanto al resto… bueno, más o menos transigían.

         Luego tenemos el concepto del mártir cristiano. Es muy importante hacer una separación entre hombres y mujeres.

         Las santas mártires son las más abundantes. La mujer, por su naturaleza histérica y sufrida siempre ha sido un buen cebo para la teatralidad cristiana. No solo soporta con gozo los dolores del parto, sino que se presta continuamente a martirios como la depilación con cera.

         Tenemos por ejemplo a Santa Inés. Como todas, iba buscando guerra. Al parecer no quería hacerle sacrificios a la diosa Vesta –dígame usted qué le hubiese costado degollar un conejito en un templo corintio- y como ya hemos dicho que los romanos no soportaban la virginidad, la llevaron a un prostíbulo a que la hiciesen cosas feas. En esto que por obra de Dios nuestro Señor, y para salvaguardar su desnudez, le creció una melena que le cubrió el cuerpo entero. Claro, como ya no quería tocar nadie porque daba asquito y parecía un mono, decidieron quemarla. Pero mire usted que el pelo era incombustible, así que no quedó otra que cortarle la cabeza.

Santa Inés

    Santa Inés. ¿Qué querubín se llevará la primera hostia?

           Y esto del pelo que seguro que a todos les parece una marranada, debía ser una aberración fetichista muy común entre los cristianos, porque algo parecido le ocurrió a María Egipcíaca. Esta mujer cumple el patrón de la prostituta redimida. Se retiró al desierto a expiar sus pecados con tan solo tres panes bajo el brazo que le duraron la friolera de tres años. El caso es que por motivos incontestables por la ciencia, sus ropas se desintegraron y se cubrió de pelo. Cuando un buen día la dio por morirse, la encontró un tal Zósimo que la enterró con ayuda de un león. Se lo juro.

Mará egipcáca

         María Egipcíaca. No se depilará aunque la amenacen con un árbol.

          Santa Úrsula sin embargo quiso entrar por la puerta grande del martirio. El caso es que su padre la quería casar con un rey pagano, y ella aceptó con la condición de que la dejaran convertirse al cristianismo y peregrinar a Roma. Como era una mujer sencilla y enemiga de la ostentación, no se le ocurrió otra cosa que irse con 11.000 mujeres en el séquito. ¡Y todas vírgenes! Pero bueno, eso es como ir con un cartel de neón que diga: “Violadnos en masa, politeístas”. A la vuelta – mucho duraron- cuando iban por Colonia, Atila las despedazó a todas, respetándola a ella por guapa, pero luego la mató porque le rechazó como esposo. Es que también Atila…. “Oye, que después de violar brutalmente con mi ejército a tus 11.000 colegas, no sé… ¿te casarías conmigo y tal…?”

          Santa Úrsula

         Santa Úrsula. ¿Seguro que las 11.000 son todas vírgenes?

          Otra que tal baila es Catalina de Alejandría, que debía casarse con el emperador Magencio. La encarcelaron condenada a morir de inanición, pero todos los días se le aparecía una paloma que le daba de comer. Cuando fueron a recoger el supuesto cadáver un mes después y la encontraron incluso más gordita de tanto comer pichones, la sometieron al suplicio de la rueda dentada, pero se rompió por la fuerza de la fe. Finalmente la decapitaron y de su cuello manó leche. Ya les avisé que un cristiano bien rellenito vale por dos.

Catalina de Alejandrá

         Catalina de Alejandría. Tanta iconografía junta marea.

          Lo de las palomas ayudando a los protagonistas, tipo Disney, siempre gustó. En el caso de Santa Eulalia de Barcelona, después de someterla a innumerables torturas entre las que se encontraba quemarle el cuerpo con hachas al rojo, observaron los atónitos romanos cómo le salía de la boca una paloma, en una grotesca escena que debió ser digna de David Cronenberg.

Santa Eulalia de Barcelona

         Santa Eulalia de Barcelona. Barb Wire.

         Y es que si hay algo que un romano no soporta es que rechacen su propuesta de matrimonio. Da la casualidad que todas las primeras cristianas conversas eran mujeres increíblemente bellas. Un poco como lo que ocurre con los raelianos. Y claro, si provocas con tu belleza e inocencia a un gobernador con instintos sádicos es lo que pasa. A la buena de Santa Águeda, entre otras lindezas, la cercenaron los senos y a Santa Lucía… bueno a esta la hicieron diversas torturas, pero como si hay algo que le guste a la Iglesia es el gore duro, siempre se la ha representado con los ojitos en una bandeja, aunque no tenga nada que ver con su supuesto martirio. A mí desde luego, me convence más.

         En el caso de los Santos mártires, la cosa cambia. A los romanos les dio más por torturas gastronómicas y de casquería.

         A San Erasmo, después de entretenerse metiéndole astillitas debajo de las uñas, directamente le sacaron los intestinos.

San Erasmo

         Ameno cómic del martirio de San Erasmo.

          San Eustaquio, soldado de Adriano, en una cacería, persiguió a un ciervo que se alejó de la manada hasta lo profundo del bosque. En esto que el ciervo se paró, le miró y le dijo que era Jesús, así que se convirtió, porque no todos los días te encuentras a un ciervo parlante con pretensiones divinas. En un arranque de nostalgia por lo clásico, el emperador, en vez de mandar que simplemente le descuartizasen o algo, lo condenó al circo. Como las fieras no le hacían ni caso, le metieron dentro de un elegante toro de hierro que pusieron al fuego hasta que se cocinó el relleno.

         Lo mismo le pasó con las fieras a San Genaro, por eso lo arrojaron a un horno con intención de darse un festín con sus despojos, pero salió vivo, así que finalmente le cortaron la cabeza.

San Genaro

         San Genaro. «Y a la de tres le das con la cruz en la cabeza»

          Mejor les salió lo de San Lorenzo, y es que, a la parrilla sabe mejor.

         A San Pantaleón trataron de matarle de seis maneras diferentes y a cada cual más espectacular: con fuego, con plomo fundido (si hubiese sido adamantium, otro gallo cantaría), ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole con una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre. Si se dan cuenta, pasando por alto el detallito de la leche, cuando un santo se resiste a morir por la gracia del Señor, la única opción es decapitarle, como a los vampiros. Yo no digo nada.

San Pantaleon

         San Pantaeón, digno del calendario que regalan en mi parroquia

          Y es que los mártires son seres hechos de una pasta especial: son fáciles de trocear y muchas veces su cuerpo queda incorrupto a lo largo de los siglos. Y es que las reliquias y los milagros incomprensibles también gustan a mademoiselle Fifí. Les ruego no se pierdan la próxima entrega.

Diocleciano

Diocleciano – 11. Mártires – 0

10 comentarios

  1. es un poquito ladrillo.
    28 diciembre 22:41

  2. Santos católicos! La verdad es que el martiriologio está un poco decadente, no hay más que ver que cuando abrieron la tumba de Juan XXIII y encontraron que el cadáver estaba incorrupto y olía a flores, la Iglesia (¡la Iglesia!) dijo que se había conservado así de bien por el embalsamado que le habían hecho y no por intervención divina. Qué va a querer Dios santificar a ese rojo de mierda. Suerte que vino el Polaco y devolvió a la Iglesia al redil de la Verdadera Fe. Que el santoral está en sus horas más bajas se refleja en que Escrivá de Balaguer tiene su día, y Escrivá no hizo nada espectacular, salvo convertir a los prohombres burgueses españoles en beatas sin que les llamasen maricas, que bueno, algo es algo. La pregunta es que si la sangre de San Pantaleón se hizo leche, la ampolla que está en la iglesia de Madrid con la sangre licuada de San Pantaleón (me encanta la historia de la sangre licuada de San Pantaleón, es un detalle gore en pleno siglo XXI) ¿de quién es?

    Hasta el siglo VI el modelo a seguir por los católicos del mundo era el masoquista. A partir de entonces, y ya asentados en el poder, pasaron al punto opuesto, al sadismo. ¿Qué son ahora? Visite su puticlub local y pregunte. Gracias.
    29 diciembre 9:49

  3. He pasado un rato estupendo leyendote. No estoy deacuerdo con tu definición de romano y es que a diferencia de todos los que han cursado derecho, o lo han intentado, a mi sí me gusto derecho romano. De todas formas entiendo que retratas al romano como lo hace la iglesia católica. De todas formas, una perla para la polemica, los romanos eran mucho más civilizados que lo griegos y desde luego roma fue mucho más civilizada en su época pagana que cuando se convirtió al cristianismo recalcitrante.
    29 diciembre 16:28

  4. Que grande, por Yog Shottoth, que hermosa caracterización de los mártires, esos seres irreverentemente difíciles matar, resbaladizos a la vez que aburridos, tan aburridos llegan a resultar que hay que cortarles el cuello. Eso sí, sus andanzas son dignas de narrar (Lo de la leche es genial… ni los monty python). Hemos de entender la caridad de los romanos, les mataban porque acababan aburriendo al personal con tanta cháchara baldía y sedante. El cristianismo no dejará de ser siempre, como decía Libanio, un cuento ilusorio y garrulo… se le olvido lo de aburrido…

    Felicitaciones mademoiselle Fifi, sus palabras me son realmente gratas y siempre enaltecen mi libertina sensibilidad…
    29 diciembre 17:11

  5. Querido Thiago: la sangre de San Pantaleón se guarda en mayor cantidad también en la Catedral italiana de Ravello, donde se licúa también el 26 de Julio. En el mito de su martirio se dice que manó leche de sus heridas. Yo interpreto que no toda su sangre se convirtió en el blanco fluido, sino solo la que manó del cuello…. o algo. También se licúa la de San Genaro. Como ves, va por modas.
    29 diciembre 17:16

  6. La religión es, según Critias el sofista, el invento de un hombre astuto y prudente para mantener a sus semejantes sometidos y atemorizados. Siempre me ha parecido un gran pensamiento, sobre todo porque tengo en mente -tal vez me equivoque- que en la época de Critias esto no era una idea tan evidente como en otras épocas.

    Dejando esto a parte, quería comentar que entre Zósimo -el Zosi, que tío- enterrando a la santa aquella con ayuda de un león -¿Como puede ayudarte un león a enterrar a alguien? Como no te sujete la lámpara con el hocico…-, y los santos rellenos de leche como si fueran un vil bimbocao, entre otras muchas cosas, me he divertido muchísimo. Me he reído alegremente y hasta decir basta. Espero la siguiente parte con atención.
    29 diciembre 18:08

  7. ¡Platillos! Más de cuatro están locos por que los llamen para una orquesta…

    Sigue gustándome, esto. Quiero más.

    Beso.

    05 enero 12:18

  8. En estos tiempos de mezclas culturales y etnicas, os emplace a meter en el buscador de google «culto a san la muerte». De esta forma entrareis en comunion con esos vuestros hermanos de sudamnerica, lejanos, pero a la vez cercanos como pocos.
    Espero que encontreis en este poderoso santo (no reconocido por la iglesia católica, pero no por ello menos santo para otros muchos cristianos), el protector de vuestras almas, y el consuelo en los días grises.

    (Espacio espacialmente recomendado a: góticos rancios, siniestros- siniestrisimos, gentes que visten de negro «porque yo lo valgo», y raritos en general que sientan algún tipo de afinidad con modemoiselle Fifi.)

  9. Ya hacía tiempo que deseaba poderme contar entre vuestros zánganos, como dice Carlos, y hacer una aportación a este templo de la ironía.
    Leeros esta vez no sólo me ha divertido, también ha estimulado mi curiosidad.
    Ha querido la fortuna que encontrara en la facultad de filología el maravilloso «diccionario ilustrado de los santos», de grijalbo, y no quería dejar de decíroslo por si no sabíais de su existencia.
    El libro en cuestión, tamaño páginas amarillas, contiene un desglose de todos los santos y beatos de la iconografía católica, con su historia documentada, los detalles de su culto, la localización de sus reliquias y las leyendas que los acompañan. En la portada, como reclamo, ya anuncia que ofrece fotos e ilustraciones que no tienen desperdicio. Deberían añadirle que semejante colección de imágenes de cadáveres en descomposición no es apta para personas sensibles.
    Salvando la necrofilia, he aprendido que la santa cuyo nombre llevo con orgullo entró en un monasterio de monjes junto con su padre (¿Einch?) haciéndose pasar por varón, y que la explulsaron, porque la acusaban de ser «padre» de un hijo ilegítimo. Así que vivió el resto de sus días en las escaleras del monasterio con la criatura, y sólo se descubrió su verdadero sexo cuando murió.
    Y yo me pregunto: ¿Dónde está su santidad?
    Y tengo que acudir a vos para que ilumineis mi limitado intelecto, y de paso descubrais quién soy si aún no lo sabeis.
    Osculos varios.
    16 enero 17:38

  10. ¡Joder con los santos/as! ¡Vaya peliculitas se montaban (¿ya no?) los señores curas!

    Amiguitos, muchas veces, en las profundas conversaciones trascendentales que tenemos en los anuncios del Tomate (por ejemplo), asaltamos a nuestro compañero de macarrones con un: «y los antiguos hombres que no tenían tele, ¿cómo pasarían su vida?» Respuesta histórica: trabajando hasta que se les caía el alma, pues no deja de ser verdad eso de que el tiempo de ocio como actividad planificada masiva es una conquista del estado del bienestar.

    No se apuren, que salgo a paso a de las dos salvedades que me plantean.

    1. «¡Vaya mierda de sociólogo, que no nos remite a las diferencias de clase!» Sí, ciertamente los señores nobles y curas no tenían sus mentes ocupadas todo el día en la recogida de patatas o la venta y confección de calzado funcional. Y precisamente estas dos clases se ven afectadas por el tema en cuestión: el clero, entre comilona y violación de monaguillo, escribia las historias que la nobeza, entre masacre y violación de CUALQUIERA, escuchaba para pasar el rato (pues lo de leerlas era cosa de más bien pocos). Y esto tanto ayer como hoy, pues les recomiendo echar un ojo a la masa de parroquinos/as: señoras viudas (en su gran mayoría) con su bienestar asegurado y que no saben si quedarse aprendiendo del «Saber vivir» o irse a la iglesia a que la entretengan un rato.

    2. «Venga Cuervo Blanco, no seas exagerado, que también el pueblo llano devoraba las historias con avidez y regocijo.» Bien dices, Sócrates. Y justo cuando me disponía a plantar este comentario,irrumpe una peli en mi vida que lo confirma y corrobora con el poder de un clásico del cine: «El séptimo sello». Las historias de santos y santas siendo torturados/as de todas las formas imaginables desviaba la atención de los campesinos y esclavos de la terrorífica situación en que estaban, acechados por el despotismo inmisericorde del señor feudal, la hambruna y, en ocasiones, las plagas apocalípticas. «Si a san Erasmo le sacaron los intestinos y a santa Lucía los ojos, yo no estoy tan mal si me violan pernadilmente un par de veces al mes, mi niño está raquítico pero sobrevive o mi padre desaparece por la peste o un catarro.» Vamos, nada nuevo, lo del opio del pueblo y tal.

    De momento nada más. Aguardando con anhelo su nueva muestra de locuacidad, se despide un sirviente de Dios y de usted. Cuervo Blanco.
    09 febrero 20:30


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